Si alguien te hubiera dicho que ayer tenías la posibilidad de pasar un buen rato lleno de emociones, de sensaciones, de inimaginable éxtasis, estoy seguro de que no te habrías podido resistir a acudir a semejante cita. La cita con el groove, la improvisación y el jazz como pocas veces puedes tener ocasión de disfrutarlo.
Si además hubieras sabido que los anfitriones de esta fiesta eran MSM&W no cabe duda que habrías hecho todo lo posible por asistir a su fiesta.
John Medeski, uno de los máximos exponentes del jazz americano más vanguardista, con su magnífico piano de cola y su inseparable órgano Hammond. John Scofield, el veterano guitarrista y, en su día, aventajado alumno de “la Berklee” de Boston , y que ha acompañado durante su carrera a innumerables leyendas del jazz. Billy Martin y Chris Wood, baterista y bajista respectivamente, que se encargan de llevar la base rítmica de manera excepcional.
Sólo un buen puñado de privilegiados “invitados” pudimos disfrutar de semejante fiestón. No logro entender como el “Conde Duque«, dentro de la programación del Festival de Jazz de Madrid 2014, no consiguió, aunque casi, colgar el cartel de “sold out” en la puerta.
Ah ya, porque no lo sabíais…
Si los anfitriones eran excepcionales, si los invitados unos privilegiados, no puedo dejar de decir que el auditorio del Conde Duque fue el lugar perfecto para la celebración. Pequeño, acogedor, con buena visibilidad desde cualquier punto y con un sonido merecedor de ser galardonado con algún premio, si es que existe; y sino que se lo inventen. Desde aquí le doy la enhorabuena al responsable (aunque probablemente nunca lea esto) de la sonorización de la sala. También a los técnicos de la banda sí, por su puesto, pero hacía tiempo que no escuchaba y sentía un sonido tan limpio y de tanta calidad en un concierto de principio a fin.
La fórmula experimental estuvo presente durante toda la obra por momentos, sobre todo en manos de Scofield y Medeski. Sí, leeis bien, obra; no puedo llamarlo de otra manera. Pasajes a veces díficiles de encajar, seguramente, para los menos acostumbrados al jazz y al improvisionismo.
Como decirlo, en ocasiones era una especie de caos, de caos organizado pero de ninguna manera premeditado, de desorden ordenado o de orden desordenado; como si de un «tetris» se tratara. Esa sensación de que vas a perder la partida porque se van acumulando las piezas desordenadas unas sobre otras, pero de pronto aparece la pieza adecuada y de un plumazo desaparecen siete líneas de un tirón y todo vuelve a la efímera calma para, en un rato, volver a gozar de esa indescriptible sensación. Así, así eran esos momentos «caóticos».
Diría que desgranaron por completo, y sino poco le faltó, cada tema de su última grabación «Juice», disco absolutamente recomendable, con un par de covers que no puedo dejar de citar, Sunshine of your love (Cream) y Light my fire (The Doors), que son una maravilla y que, por supuesto, no pudieron faltar en el concierto; de hecho fueron los dos últimos temas, aparte del obligado, y también solicitado, bis.
Hora y media durante la que no pronunciaron una sola palabra. Una corta hora y media de verdadero placer que culminó con ese final casi orgásmico de las citadas versiones.
Y como no podía ser de otra manera, y como verdaderos sabios de las sensaciones y de las emociones, como si del cigarrillo de «después de» se tratara, se despidieron con The Times They Are a-Changin’ de Bob Dylan, para intentar ayudar a recobrar el ritmo reposado a nuestros acelerados corazones.
Hay quien piensa, e incluso se atreve a proclamar, que hay temas intocables, como los citados, que nunca deberían versionearse o que hacerlo es poco más que un sacrilegio.
Yo no estoy para nada de acuerdo y hasta he de reconocer que en más de un momento se me inundaron los ojos de emoción…
Y mientras aún hoy me restriego los ojos como para darme cuenta de que aquello fue real, no dejo de pensar en lo que serán los próximos conciertos a los que asistiré en el Conde Duque: Al Di Meola y Dee Dee Bridgewater.
Desde luego, difícil lo tienen para superar esta noche de emociones.
Sí, en mi padre.
Porque mi padre vivió su infancia inmerso en una guerra civil que generaciones posteriores no podremos nunca llegar a imaginar. Porque si yo soy hijo de un maestro de escuela, mi padre lo fue de un Carabinero y, por tanto, durante cierto tiempo “deambuló” entre uno y otro destino. Porque mi padre sí vivió la dictadura en todo su “esplendor”; esa dictadura de la que, con suerte, podremos hacernos una ligera idea si tenemos la fortuna de que alguien nos la cuente. Porque mi padre sí vivió la transición casi con la edad que yo tengo ahora, lustro arriba o lustro abajo. Y porque mi padre, al contrario que yo, tiene dos o más dedos de frente y ha acumulado la experiencia necesaria para entender todo este desaguisado.
– . – . –
Abdicar está de moda. Poder está de moda. La izquierda está de moda. Y el deseo del poder jamás pasará de moda.
Al hablar de poder siempre viene a la cabeza la famosa frase de Lord Acton “Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely”, y que en español se ha traducido como “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Y al hablar de política, siempre recuerdo la frase de una canción de un viejo grupo madrileño: “En cuestión de política la izquierda enrolla más”.
Quizá sea esta la explicación más simple que se pueda encontrar a lo que está sucediendo actualmente.
La clase política sí parece estar pasada de moda. O a lo mejor lo que ha pasado de moda es cierta clase de políticos.
En cualquier caso, e independientemente de modas pasajeras o pasadas, menudo chocho de país nos están dejando. Y menuda papeleta, nunca mejor dicho, tenemos o, tal como pinta la cosa, tendremos próximamente en nuestras manos.
Ahora resulta que, aún estando como sigue estando el país, lo verdaderamente importante no es la sanidad; ni los desahucios; ni la educación; ni siquiera el desempleo. Lo realmente importante ahora es tener la posibilidad de decidir rey sí o rey no. Sinceramente…
Tan importante es que hay quienes quieren llamarnos a las urnas para consultarnos, a todos los ciudadan@s, si queremos o no queremos un Felipe VI.
Quizá yo esté sufriendo una involución o algo parecido, pero lo cierto es que mis entendederas no dan para tanto.
No me caben dudas de que hay cosas mucho más importantes, actualmente, que tal cosa. Tampoco quiero decir que no sea importante la cuestión, pero quizá no sea este el momento. Evidentemente sí lo es para aquellos que, aprovechando la coyuntura, abogan por la república como modelo de estado.
Llegado el caso, para inclinarse hacia un lado u otro y decidir en conciencia, alguien debería molestarse en contarnos qué supondría mantener la monarquía y qué supondría eliminarla, vamos, lo que en contabilidad se llama balance de situación; y no sólo en lo referente a lo económico sino cómo nos afectaría, a la generalidad de los ciudadan@s, el seguir como estamos o convertirnos en, eso que tanto está tan de moda últimamente, republican@s.
A mí me surgen algunas cuestiones. Si nos convertimos al republicanismo, ¿dejaremos de ser una democracia como la que conocemos ahora para convertirse en una más real o seguiremos teniendo la misma falsa democracia que hemos tenido hasta ahora, pero sin un rey puesto? ¿Es entonces “sólo” una cuestión económica?
Y hablando de aprovechar coyunturas…
El rey, con los resultados de las elecciones europeas en la mano ha visto los cuernos al toro y se ha dicho, abdiquemos ahora, no vaya a ser que tras la próximas generales no haya posibilidad. En mi opinión una maniobra inteligente y de mera supervivencia. Su Majestad tiene la obligación moral de perpetuar su especie.
PODEMOS, viendo el paso que ha dado el rey y tras los resultados conseguidos en las europeas, se ha dicho a sí mismo, esta es la nuestra. ¡Viva la República!
Una parte de la población, generalmente la más castigada por la crisis y viendo la que hay montada, se deja llevar al son de demagogias con la esperanza de una España nueva y mejor pero, eso sí, partida en trozos; o mejor dicho, partida en trozos más definidos.
Que la democracia que tenemos es, por ser un poco fino y políticamente correcto, bastante deficiente está más que claro, pero es la que hay; la que hemos heredado y por la que, al parecer, debemos dar gracias a nuestros antepasados por poder ir a echar una papeleta en una urna cada cuatro años. Sí, porque al fin y al cabo, a eso se reduce nuestra democracia.
Y no creo que sea cuestión de hacer una consulta a los ciudadan@s cada dos por tres, si es que con eso pretendemos que nuestra democracia sea más real.
Democracia, por cierto, que ni en los partidos políticos, ni siquiera en los de nueva formación, se ejerce de manera más rotunda internamente. Porque que un partido, sea del color que sea, obligue a sus diputados a votar sí o no, no parece ser muy democrático, sino más bien todo lo contrario. Por no hablar de las listas cerradas…
Y yo me pregunto, ¿no sería más importante, al menos en este momento, movilizarse por intentar cambiar este modelo de democracia o de hacer política, en vez de hacerlo por la posibilidad de tachar un sí o un no a un modelo de estado?
Miedo me da que empecemos por un referéndum por la monarquía, porque después vendrá otro por la independencia de Cataluña, otro por la del País Vasco, otro por el modelo de sanidad, otro por el modelo de cultura, otro por el de educación,… ¿Dónde ponemos el límite? Por no hablar de lo que se haría después de realizar la consulta en cuestión; no creo que haga falta recordar lo que ocurrió hace unas décadas con el referéndum de la entrada o no en la OTAN.
Pero volviendo al tema, recuerdo que desde bien pequeño me preguntaba a mí mismo para qué servía un rey; y siempre obtenía la misma respuesta…
Años más tarde “entendí”, por fin, la ingente labor del monarca tras acercar las manos de Lorenzo y Pedrosa, instaurando así la paz entre ambos pilotos.
Dicen que, además, ha realizado una labor inconmensurable durante la transición y que debemos estar agradecidos. Dicen, dicen, dicen.
Lo mismo que la crisis económica ha servido, o al menos debería servir, para cambiar nuestra filosofía de vida, la crisis política debería servir para cambiar, precisamente, la forma de hacer política.
En los años 50 el mundo de la moda sufrió la revolución del “prêt-à-porter”, llevando la moda y prendas similares a las de la alta costura a las masas, sin que esto supusiera realizar prendas de calidad inferior. Quizás menos exclusivas sí, pero no en detrimento de la calidad. Quizá este sea el momento de hacer una política “prêt-à-porter”, una política que llegue a todo el mundo, entendida por toda la sociedad independientemente de su nivel social, cultural o económico.
Por favor, avísenme cuando llegue ese momento porque, a día de hoy, y como imagino que le pasa a Su Majestad, no me encuentro capacitado ni animado para intentar entender y ejercer, de una manera responsable, eso que llaman derecho al voto y que algunos han querido convertir en obligación.
– . – . –
Así que papá, abdico, lo dejo en tus manos; yo estoy perdido, “hartado” y cansado.
Blues Explosion, JSBX o Jon Spencer son la misma cosa. Y esta «cosa» clausuraba el viernes pasado en la sala Joy Eslava de Madrid el I Ciclo Madrid Inquieta.
Y no creo que fuera fruto de la casualidad que el 26 de marzo abriera este ciclo Maceo Parker y que el 23 de mayo lo cerrara JSBX. No creo que haya sido una cuestión de agenda o mero azar, sino más bien parece algo perfectamente premeditado, y hasta me atrevería a decir que alevosamente perpetrado por quienes han trabajado en este ciclo y su programación. Inaugurarlo con uno de los grandes saxofonistas del jazz-funk no puede ser casualidad; como tampoco debe serlo clausurarlo con uno de los mayores exponentes del llamado punk blues o blues punk, sin importar el orden.
Sí, lo abres con una fiesta del funk apoteósica, como si de un buen aperitivo se tratara, para ir abriendo boca y preparar el estómago para lo que vendrá después; y lo cierras con una fiesta del punk de lo más canalla, entendido este como algo irreverente, arrogante y fuera de lo convencional. Una fiesta de órdago que te deja “muy arriba” y con el estómago ya preparado, a base de shots de Jack Daniels, para lo que se nos viene encima el próximo mes de julio en el festival Cultura Inquieta 2014. Jeff Beck, Eric Sardinas, George Clinton, Calexico, Depedro,… Ahí es nada.
* * *
Decían las malas lenguas que este Jon Spencer no es el mismo que el de hace un par de lustros, así que iba con cierto reparo pero esperando y deseando que me explotara en la cara esa “dinamita” de la que tantas veces había oído hablar.
Y, cómo no, las malas lenguas se equivocaron.
Estar al borde del escenario me permitió ver, sentir, notar como desde el primer momento las gotas de sudor resbalaban por la cara de Jon. Por cada uno de sus gestos disparaba alguna al azar “explotando” en tu cara si tenías suerte; o en tus labios, si tenías un poco más de suerte o Jon afinaba su puntería.
¡Qué barbaridad! Fueron unos cortos 90 minutos de verdadera ebullición, de verdadera explosión de ritmos salvajes, de fiesta gamberra y canalla, no apta para los más puristas o los amantes del blues más ortodoxo. Anarquía musical, eso es; patrones simples de blues, guitarras distorsionadas, riffs setenteros y actitud punk. Una especie de caos musical dentro de un orden que te incitan a saltar y moverte sin parar. De hecho, en más de una ocasión pensé en soltar la cámara y disfrutar de verdad.
Ahora entenderéis el porqué, y espero sepáis disculparme, de esas fotos movidas; pero era muy complicado resistirse siquiera a un pequeño movimiento con tal metralla bombardeando tus tímpanos.
Raya en los ojos, traje brillante, arrogancia a raudales,… Alguno dirá que me he vuelto loco, pero si metiéramos en una coctelera a Sid Vicious, David Bowie, Marc Bolan y Elvis probablemente saldría algo parecido a Jon Spencer; ojo, a Jon Spencer no a JSBX. Y es que un poquito de glam rock británico también tiene este “power trío” nada convencional.
Nada convencional porque no llevan bajo. Dos guitarras distorsionadas (Jon Spencer y Judah Bauer) y una batería (Russel Simmins), además de la voz de Jon Spencer a veces aderezada con algunos efectos. Eso es todo; y no es poco.
Ellos mismos se definen como una banda de rock´n´roll y no de blues, aunque Jon reconoce una gran influencia del bluesman R.L. Burnside.
Lo del punk blues no es más que otra etiqueta inventada por vete a saber quién, pero quizás tiene su razón de ser en este trío. Las líneas de bajo en el punk se reducen a la mínima expresión; básicas y sencillas sin aportar nada más. Una batería contundente, como la de Simmins, y ese par de guitarras distorsionadas taparían por completo ese bajo que, seguramente, nadie echa de menos.
Y con lo que parecían lágrimas en los ojos y el rímel corrido de tanto sudor y, cómo no, de tanto blues se despedía la JSBX sin un mísero bis; o al menos yo no lo entendí como tal. Algo que, desde hace tiempo, empieza a ser habitual y que a mí, particularmente, me parece una mala práctica. Práctica que se ha convertido en costumbre, mala costumbre.
Pero dejando a un lado los bises, los detalles técnicos de sonido regular e iluminación pobre, la JSBX no defraudó a nadie.
Impaciencia habitual en los primeros minutos antes de que saliera la banda y un sabor de boca «muy sabroso» al final, sobre todo para los que estuvimos a pie de escenario en algún momento de la actuación.
N.del A.: “Sangre, sudor y lágrimas” (Blood, sweat and tears) es una versión reducida de la expresión que se atribuye a Winston Churchill, entre otros, en un contexto bélico, más concretamente en la segunda guerra mundial, dando a entender que no podía ofrecer nada más que aquello.
La expresión original completa es I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat.
Fuente: Wikipedia
Allá por 1990 un servidor esperaba como agua de mayo lo que en aquel momento sería el segundo álbum de Living Coloür. Banda de difícil catalogación, al menos en aquel momento; quizá por eso me gustaba, y aún me gusta, tanto. Un cocktail cuya receta integran cuatro partes de hard rock, una de metal, dos de funk, una de soul y otra de hip hop.
Esa es la primera referencia que yo tengo de Maceo Parker. En aquel disco, «Time´s up!», Maceo colaboraba en el tema «Elvis is dead» tocando su » bendito» saxo. (Min. 2:50)
Yo por aquella época, como mucho, había oído hablar de Charlie Parker, Bill Evans, Stan Getz, … Saxofonistas, sin duda, más clásicos. Había escuchado, por supuesto, el «Winelight» de Grover Washington Jr., pero poca cosa más. No sé qué «vi» en él. No sabía quién era, ni de dónde había salido. Y probablemente sólo algunos pocos, por aquella época, sabrían algo o nada de él. El caso es que desde aquel momento me interesé por Maceo aunque, a decir verdad, sin seguir su carrera de forma constante. Quizá sea este el motivo por el que no quisiera dejar de recomendaros un par de álbumes, cuyas fechas de edición podrían coincidir, más o menos, con los momentos en que más le he escuchado. «Mo´Roots», editado en 1991, que incluye una versión instrumental del clásico de Marvin Gaye «Let´s get it on» y «Funkoverload», editado en 1998, con un «Maceo´s groove» que abre el disco y que estoy convencido de que cuando lo escuches no tardarás más de 30 segundos en ponerte a bailar.
Pero vayamos al grano.
El pasado jueves 26 de marzo Maceo Parker inauguraba la primera edición de Madrid Inquieta, una extremidad del ya consagrado festival Cultura Inquieta, que en propias palabras de la plataforma cultural “nace con el objetivo de activar, motivar y realzar el valor de la cultura musical y de las artes en Madrid” que, dicho sea de paso, buena falta le hace.
Para quienes no sepan quien es Maceo Parker e ignoren su música, nada mejor que utilizar su propia expresión: “98 por ciento funk, 2 % jazz”. Ha acompañado a James Brown durante décadas, al que considera su maestro, «su universidad»; de hecho, en sus conciertos no suele faltar el «Make it funky». Reconocido fan de Ray Charles. Ha colaborado con incontables estrellas de diferentes géneros musicales. Y como curiosidad es uno de los músicos más sampleados en todo el mundo. Si a esto le añadimos lo que él mismo entiende por funk, no creo que a nadie le quede alguna duda de lo que este grande entre los grandes representa: “El funk no es sólo música, para mí es una palabra que significa un sentimiento, la esencia de la vida. Es la sensación que se tiene cuando uno sabe que la fiesta va a empezar, que es hora de mover el culo. Es como el arranque de un Mardi Gras: sudor, lujuria, diversión, sinceridad y respeto”.
Maceo Parker
Y vaya que es así. Y vaya que fue así lo que un buen puñado de privilegiados, en una Riviera que casi colgó el cartel de aforo completo, pudimos comprobar el pasado miércoles.
He de decir, aunque alguno me colgaría por esto, que llegué tarde. Sí, llegué tarde sí. Y llegar tarde a una cita de este calibre es imperdonable y, por supuesto, tiene su coste. Privarme de disfrutar de los tres primeros temas fue el peaje que tuve que pagar. Mil disculpas Sr. Parker.
Sin embargo, entrar en la sala con el concierto ya comenzado también tiene sus ventajas. Sin prolegómeno alguno, sin calentamiento previo, toparse de frente con aquel «directo a la mandíbula» me dejó extasiado durante todo el concierto.
Qué forma de transmitir buen rollo, qué manera de generar esa química entre público y artista que a otros grandes tanto les cuesta. ¿Será cosa del funk? No creo que sea sólo eso. En esto los músicos americanos, y más concretamente los negros, son especialistas. Tienen ese algo indescriptible que les hace tan especiales. Algo parecido ocurría el año pasado con Lou Donaldson, también curiosamente dentro de la programación del Cultura Inquieta 2013. Lou Donaldson es otro de los grandes del jazz, otra bestia del saxo alto, pero con un estilo diametralmente opuesto al de Maceo. Y sin embargo, igualmente cautivador. ¡Qué grandes, por favor!
“What about the band”
En repetidas ocasiones durante la noche pudimos escuchar ese «What about the band» por parte de Maceo. Sin duda una forma de mostrar su agradecimiento a la banda, por supuesto, pero también una forma de decirle al público, por si había algún despistado, lo grandes que son los músicos que le acompañaban en esta ocasión y que, además, es la formación que ha venido utilizando en los últimos tiempos.
Maceo Parker: saxo alto, flauta y voz Dennis Rollins: trombón Will Boulware: teclados Bruno Speight: guitarra eléctrica Rodney «Skeet» Curtis: bajo eléctrico Marcus Parker: batería Martha High y Darliene Parker: coros
Y no le falta razón, porque si hubiera que elegir a alguno de sus acompañantes como mejor músico yo no sería capaz de inclinarme por ninguno de ellos. Si embargo, sí he de decir que uno de los momentos mágicos de la noche fue el solo de trombón que se marcó Dennis Rollins. Tanto fue así que consiguió silenciar, y mira que en la Riviera es complicado, la sala por completo. Adiós al murmullo, al menos durante unos minutos. Una lección magistral de técnica y sensibilidad. Fascinante.
Dennis Rollins
Pero tampoco sería justo no nombrar al menos al baterista, Marcus Parker, sobrino de la estrella de la noche. O al «tremendo», en todos los sentidos, bajista, Rodney Curtis.
Marcus Parker
Rodney «Skeet» Curtis
Y sería totalmente injusto no mencionar al guitarrista, Bruno Speight, al magnífico teclista, Will Boulware o las dos portentosas voces de Martha Hight y Darliene Parker.
Y al igual que hiciera Maceo Parker, casi tras dos horas y media de concierto, llega la hora de la despedida. Él se despidió casi a la francesa; no hubo bis alguno. Y yo me despido esperando que quien lea estas líneas se haga una idea de lo que fue la inolvidable noche del 26 de marzo de 2014 en la sala la Riviera de Madrid.
Por cierto, si el funk es lo tuyo o si te quedaste con ganas de más, te recomiendo encarecidamente que no faltes a la cita con el grandísimo George Clinton el próximo 17 de julio en la Plaza de toros de Getafe, dentro de la programación del festival Cultura Inquieta 2014.
N. del A.: Mardi Gras es el nombre del carnaval que se celebra en Nueva Orleans. El llamado «Martes de grasa» se refiere a que era el último día para disfrutar de los placeres tanto culinarios como carnales antes de la época de abstinencia que marca el inicio de la Semana Santa y la Cuaresma.
Fuente: Wikipedia
Inquieto, ta.
(Del lat. inquiētus).
1. adj. Que no está quieto, o es de índole bulliciosa. 2. adj. Propenso a promover o efectuar cambios.
3. adj. Desasosegado por una agitación del ánimo.
4. adj. Se dice de aquellas cosas en que no se ha tenido o gozado quietud.
Fuente: RAE
Fotografía: Javier Rosa Redacción: Javier Martínez
Hoy todo el mundo es simpático. Hoy todo el mundo es agradable. Hoy todo el mundo es educado.
Hoy incluso es el día en que no se dispara en las guerras… ¿Qué guerras?
Hoy Juanito no le pisaría la cabeza a Matthauss. Ni Tassotti le rompería las napias a Luis Enrique.
Hoy Rossi no echaría de la pista a Sete en la última curva del circuito de Jerez. Ni Márquez «tiraría» a Pedrosa.
Hoy Fernando Fernán Gómez no diría aquello de “A la mierda…”. No, no. No lo diría.
Hoy John McEnroe no estrellaría su raqueta contra el suelo diciendo aquello de “¿Bromea o qué? ¡La bola entró! No, no, no. No lo haría.
Hoy hasta John Wayne enfunda su Smith & Wesson hasta mañana.
Me pregunto si el camarero desagradable del otro día hoy me atendería de una forma más cordial. Supongo que sí, porque hoy es Año Nuevo. Hoy comienza un nuevo año.
Me pregunto si hoy aquella señora que me pisó en el metro el otro día me pediría las disculpas que, al parecer, «no me merecía» en aquel momento. He de suponer que sí. Hoy es Año Nuevo; hoy comienza un nuevo año.
Me pregunto, me pregunto y me pregunto. Y sí, sí y sí. Hoy es Año Nuevo. Hoy comienza un nuevo año.
Pero no, no y no. Mañana ya no será Año Nuevo; y el nuevo año ya no lo será tanto.
Y todos, absolutamente todos, diremos, o mejor dicho, pensaremos: “lo que hice ayer no lo vuelvo a hacer…”
Hasta el año que viene, claro; no nos vayamos a acostumbrar.
De un tiempo a esta parte, quien se haya asomado por este sitio habrá podido comprobar que aparece una ventana en la cabecera informando sobre el uso de cookies y bla, bla, bla. Lo habrá visto no sólo en este sitio, sino en otros muchos.
La cosa es que quienes manejan el cotarro han decidido que los usuarios de internet, o «internautas» como algunos les llaman, debemos ser informados del uso de esos pequeños ficheros que guardan información en nuestros dispositivos sobre como usamos y navegamos por este maremágnum que llamamos internet. Esto no es nada nuevo, siempre ha sido así. Los navegadores han utilizado este sistema para almacenar determinada información de la manera en que el «internauta» hace uso de una determinada web, entre otras cosas para mejorar y optimizar la navegación o incluso para personalizarla de alguna manera. Y siempre ha sido el propio usuario quien decidía permitir o no el uso de cookies a través de la configuración de su navegador, así como borrar las almacenadas en un momento dado. Pero es ahora, aunque la normativa data de marzo de 2012, cuando parece que es preocupante y, sobre todo, sancionable si la web en cuestión no cumple esa normativa que obliga a advertir al usuario del uso de estas “galletas». Normativa, por otra parte, bastante ambigua y confusa.
Mira que he leído sobre el tema y aún no me queda claro si, por poner un ejemplo, en mi caso particular, debo o no debo poner este aviso de “sí, quiero galletas” o “no, no me gustan las galletas”, pero sobre todo si es sancionable o no. Lo más “gracioso” del tema es que aún hoy muchas páginas de organismos oficiales no advierten del uso de cookies en sus webs. Anda que… “Manda webs”.
En cualquier caso, querido lector, seas casual o fiel seguidor de este sitio, quisiera pedirte disculpas por las molestias que pueda ocasionar dicho aviso que, como verás, aparece en forma de ventana únicamente en la cabecera, ya que hacerlo de forma que te persiga por toda la web ya me parecía excesivo.
Sé que muchos huirán de esta y otras tantas webs al leer una advertencia de este tipo ya que, y es totalmente comprensible, la mayoría no sabrá que significa ni que es eso de las cookies por mucho que uno tenga la buena voluntad de intentar explicarlo. Así que por si acaso mejor no entrar, pensarán muchos.
Espero que esos escépticos hagan como cuando uno se va realizar una prueba médica y le hacen firmar una papel donde se le hace responsable a él mismo de lo que otros puedan provocarle y firmen, en este caso den al “sí, me gustan las galletas”, sin más. Sólo de esta manera uno podrá realizarse aquella prueba o navegar tranquilamente por la web que desee sin pensar si le estarán intentando robar la identidad. Es un decir, nada más lejos de la realidad, que conste.
Es evidente el empeño que tienen en poner cada vez más trabas a compartir información, cultura y experiencias. Lógico, por otra parte, si lo que pretenden es seguir alimentando el borreguismo colectivo, la incultura y la desconfianza en los demás.
Pero vaya, todo sea por nuestra salud y por nuestra privacidad.
Hace algún tiempo el amigo Juan Yuste, a través de su facebook y de Cultura Inquieta, publicó esta foto de autor anónimo…
Cierto es que ya me había planteado alguna pregunta similar en más de una ocasión, podría incluso decir que demasiadas; ¿o nunca es demasiado?
El caso es que, desde entonces, rara es la mañana que al levantarme no me pare a pensar durante unos instantes … ¿Qué hago yo para que las cosas vayan un poquito mejor? ¿Hago lo suficiente? ¿Realmente estoy haciendo algo?
La respuesta es …
***
Ignoro las veces que, supuestamente, el mundo debería haber llegado a su fin según diversas religiones, creencias, mitos o leyendas urbanas . La última, todos hemos oído hablar de ella, la de los mayas. En aquel solsticio de invierno de diciembre de 2012 todos deberíamos haber desaparecido de alguna u otra manera o, al menos, habernos transformado en yo que sé qué; pero lamentablemente, perdón, afortunadamente, no fue así.
Gracias a este nuevo error (¿de cálculo?) hoy continuamos estando aquí, al pie del cañón. Intentando salir adelante en unos momentos verdaderamente difíciles; aunque, para variar, para unos más que para otros.
Quizá, y precisamente por este motivo, esta frase tenga más sentido que nunca.
Pensemos por un momento en lo que tenemos o lo que hemos conseguido, independientemente de que nos haya costado mucho, poco o nada. Pensemos por un largo rato que no lo tenemos; o mejor dicho, que lo hemos dejado de tener de un día para otro.
¿Cómo serían nuestras vidas? ¿En qué nos afectaría? ¿De qué manera influiría en la gente que tenemos alrededor?
¿Cómo afrontaríamos los problemas? ¿Qué problemas? Porque lo que ayer no era un problema hoy podría serlo. ¿Has pensado en ello?
Os invito a un café. Acercaos al bar más cercano, a la máquina del vestíbulo de vuestra oficina o a la Nespresso del salón de vuestra casa. Preparaos ese café y pensad en ello, aunque sólo sea durante unos pocos minutos.
¿Ya te has tomado el café? No, ¿verdad?
Hazme caso, tómate ese café y ese pequeño tiempo para reflexionar, sino, probablemente, ni te pararás un instante a pensar sobre lo que estás leyendo.
Está bien, como quieras.
Quizá una forma de verlo sería hacer nuestros los problemas de los demás, aunque sólo sea por un momento. Probablemente de esta manera, «tan simple», sabríamos si realmente hacemos todo lo que podemos para mejorar las cosas.
La cosa es, precisamente, cómo saber si realmente estamos haciendo, si no todo, sí al menos algo de lo que está en nuestra mano para mejorarlas.
La otra cuestión, o mejor dicho, la cuestión, sería qué cosas.
¿Qué es lo que tenemos que mejorar? Porque a lo peor tu consideras que no hay nada que mejorar y que todo va fetén.
Cuestión de egoísmo. Mientras a mí me vaya bien, a los demás que les den…
No creo equivocarme si digo que cuanto mejor le van a uno las cosas más egoísta, o más ciego, depende de cómo se “mire”, se vuelve uno.
Y es ahí donde quería llegar con esa reflexión que proponía antes. Si no nos ponemos en la piel del otro, difícilmente podremos tener la capacidad de saber, primero, si estamos haciendo algo por mejorar la condición de ese otro, y segundo, de convertirnos en mejores seres humanos que, al fin y al cabo, es de lo que se trata. O no.
***
A decir verdad puede que ni yo mismo me crea lo que escribo y, por tanto, la respuesta es, con toda seguridad, NO.
Siempre podemos hacer un poquito más de lo que hacemos. Y ahora, en estos tiempos, esa necesidad por dar un poquito más y recibir un poquito menos es aún mayor.
Hacerlo, o no hacerlo, depende única y exclusivamente de nosotros.
Hoy hace justamente 2 años reflexionaba sobre la reciente, en aquel momento, desaparición de Steve Jobs en «¿Y por qué no, Mr. Jobs?».
Sin ser un gran seguidor de los productos de la compañía americana, el fallecimiento de Mr. Jobs me hizo poner google patas arriba. Tanto que terminé comprando, y leyendo, su biografía… No era difícil, además todas las redes sociales ardían tras el fallecimiento del visionario, encontrar todo tipo de información y anécdotas. Y todos los que se movieron un poco se dieron de bruces con aquel video de la Universidad de Stanford, por poner sólo un ejemplo.
El caso es que me preguntaba, como muchos otros lo harían, si la desaparición de Mr. Jobs se reflejaría, de alguna manera, en los productos de Apple.
En estos dos años han salido algunos productos nuevos, dos Iphone si no me equivoco, el Ipad Mini, del que el mismo Steve Jobs no era partidario, pero realmente nada innovador o realmente novedoso.
Parece ser que los números de Apple siguen saliendo, pero me pregunto hasta cuando. Casi todo lo que lees de Apple continua siendo bueno, pero no hay que olvidar el daño que le ha hecho la compañia coreana, de la que a estas alturas no hace falta mencionar su nombre, al grande americano.
Ambos siguen enfrascados, desde poco antes de la muerte de Mr. Jobs, en diversas demandas, en un sentido y en otro, por patentes de hardware y de software. Algo que a los usuarios nos importa bastante poco, ya que lo normal será que cuando un juez quiera fallar a favor de uno u otro, es más que probable que los dispositivos en cuestión hayan quedado totalmente obsoletos.
Han pasado dos años justos y yo sigo con el mismo portatil, con el mismo PC y con el mismo iPod Shuffle.
Quizá aquel momento, tal y como me preguntaba, sí era el mejor para el cambio, pero … Lo dejé pasar.
Ahora, sin embargo, lo tengo aún más claro, pero en el otro sentido. No es el momento.
Y no lo es, entre otras razones de peso, porque creo que Apple, actualmente, vive de la inercia; de la inercia y de la impronta que dejó Mr. Jobs. De esa misma inercia que puede alimentar una relación entre dos personas durante años, pero cuyo destino inevitable es el fin.
Mr. Jobs, baje del pedestal, de las alturas y ofrezca un poco de luz a Tim Cook. Su amigo Tim, ya ha hecho lo propio yéndose de excursión a reflexionar sobre la amistad que les unía y sobre las huellas que Vd. dejó en el universo, tal y como él mismo dice en su «tuit«.
Yo, mientras tanto, como lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible, tal y como decía Talleyrand, prefiero quedarme con el mismo portatil, con el mismo PC y con el mismo iPod Shuffle.
Meses de sequía en este espacio. De sequía viajera, que fue, al menos en un primer momento, para lo que se creó este sitio. Para contar historias de viajes. Las historias de mis viajes.
Sin embargo, no es nuevo que dedique alguna entrada a otras historias. Historias que a mí me parecen más o menos interesantes. Historias que considero que puedan ser interesantes para quien las pueda y quiera leer.
Hoy toca hablar de música; otra de mis pasiones. Y no es casualidad que el baterista de esta historia lleve mi nombre.
«El hotel de las historias» es un hotel pequeño y de reciente construcción. Pequeño y con poca trayectoria, pero lleno de ilusiones. De ilusiones y de esfuerzos. De esfuerzos y de trabajo. Es un hotel de 11 habitaciones. Habitaciones llenas de ropa sucia. Llenas de olor a mujeres y alcohol. Llenas de humo y llenas de mugre. Y llenas, como no, de «Roll´n´Rock».
“El hotel de las historias” es el primer CD (quien sabe si en un futuro habrá una edición en vinilo, ¡ojalá!) de “Desvariados”, trío carabanchelero que tras un periodo de inactividad (a pesar de su corta historia) retoman de nuevo el camino a principios de 2012 tras unirse al grupo Javier Martínez como baterista del grupo, dejando atrás una banda de cuatro componentes para convertirse, desde ese momento, en un trío. José Sánz “Joso” y Adrían Díaz, bajista y guitarrista respectivamente, lo completan.
Fue el pasado 28 de diciembre de 2012 cuando tuve oportunidad de verlos por primera vez en directo y tras la grata sorpresa de aquella noche, estaba impaciente por volver a escuchar aquellas canciones de nuevo y en un disco. Estaba deseoso de ver el resultado y su potencial.
Siendo un trío, y tan joven, lo que cabría esperar es que los que estábamos ahí abajo echáramos en falta algo del relleno que le suele faltar a los grupos con este formato, pero nada más lejos de la realidad.
De aquel concierto recuerdo la versión del «Quizás, quizás», muy acertada. Algún tema más elaborado de lo que pude escuchar en su día en aquella maqueta, que no mostraba para nada, desde mi punto de vista, la esencia y la identidad del trío. Recuerdo también «Codo con codo», para mí uno de los mejores temas. En aquel concierto vi reminiscencias, salvando la distancias, de Leño. Las comparaciones son odiosas sí, pero si hablamos de Carabanchel, de trío y de Rock´n´Roll a todos se nos viene a la cabeza. ¿O no?
También en aquel momento, y ahora escuchando el disco, veo algunas connotaciones muy «punkis». No sé porqué en algún momento, en algún tema, me he acordado de «La polla records». Quizá sean paranoias mías…
Volviendo al concierto, la verdad es que, porqué no decirlo, me gustó; y también me sorprendió para bien. ¿Por qué? Por mi escepticismo. Porque estoy harto de ver y oir a grupos que no suenan a nada, o con muy buenas ideas, pero sin compenetración. Un quiero y no puedo…
Así qué como iba a pensar yo que un grupito de tres colegas con poco recorrido iban a sonar así de bien añadiendo además el handicap, insisto, del formato trío.
Pero dejemos atrás aquel concierto y hablemos de «El hotel de las historias», intentando ser lo más aséptico posible, dadas las circunstancias y el lazo que me une al baterista del trío.
No me meteré en detalles técnicos de la grabación, aunque es inevitable no comentarlo. Es evidente que hay defectos. ¿Defectos? Perdón, mejor digamos carencias. Lógico, si hablamos de un disco prácticamente autoproducido, autoeditado,… No os preocupéis por esto, amigos Desvariados. Preguntadle sino a Asfalto por su primer disco, o mejor aún, escuchadlo y apreciaréis las mismas carencias de las que os hablo. Claro que… Eran otros tiempos.
Pero insisto, creo que esto es lo de menos, así que centrémonos en el contenido.
Hablemos de las letras. Letras que sin ser merecedoras de un premio de literatura, cuentan historias. Cuentan algo. Y lo cuentan con pies algunas, con cabeza otras, y con pies y cabeza otras tantas. Vuelven a sorprender sabiéndose la juventud del trío.
Canciones, la mayoría de ellas, bien estructuradas, con buenas ideas. Variadas, aunque siguiendo una misma línea. La voz y la guitarra de Adri, el bajo de Joso, la batería de Javi. Un buen puñado de palabras, una porción de cándidas experiencias, tres dosis de juventud y una sobredosis de júbilo puede ser, y lo es, una mezcla explosiva.
Evolución. Os diré como me imagino yo a Desvariados dentro de un tiempo. Con letras más elaboradas, con una mejor producción, con un mejor sonido… Ojito.
Sí, ya sé, la cosa va de divertirse, imagino que sin muchas más pretensiones, pero tened cuidado, Desvariados, porque por el camino que vais la diversión se puede convertir en algo grande sin daros prácticamente cuenta. Y sino que se lo digan, por poner sólo un ejemplo, a «los kinkis de Berriozar», aka “Marea”…
Si por mí fuera, o mejor dicho, si fuera un «Desvariado» buscaría una vuelta de tuerca y, aún continuando con la esencia de su Roll´n´Rock, apretaría un poco más, no la tuerca, sino el trasero y añadiría un poco más de contundencia.
Imagino que todo llegará y vendrá dado por esa evolución «lógica». O quizá… quizá esté equivocado y esté viendo manzanas donde “sólo» hay peras; pero ¡ay amigo!, si te gustan las peras, estos Desvariados son la repera.
Desvariados, a favor tenéis que sois de Madrid, y hace años que no hay un grupo en esta línea que de verdad despunte; para mí desde Los Enemigos (¡qué grandes!) no ha habido otro grupo que haya significado una revolución desde que ganaran el Villa de Madrid hace ya algunos años; y deberían tener vuestra edad…
Sí, claro que ha habido posteriormente algún que otro grupo madrileño de grandísima calidad, aunque en líneas diferentes a la vuestra, Sôber o Lavacazul han sido, y siguen siendo, o deberían ser referentes importantes.
Sois un trío, formato que no se ve, con cierta consistencia, desde los tiempos de Leño.
Sois jóvenes, y aunque os falta la experiencia, parece que con las ideas más o menos claras de lo que queréis hacer y muy compenetrados para el poco tiempo que lleváis. ¡Explotadlo!
Aquel concierto, y los que quedan por venir, son oportunidades únicas para «machacar» al contrario… Es lo que hará que la gente hable de Desvariados y os escuchen.
Insisto, ver a un trío y no echar en falta nada encima del escenario es una grandísima base que ya quisieran muchos grupos con más integrantes y con más kilómetros en la carretera.
Volviendo al disco, destacaría temas como «A flor de piel» y su comienzo con el bajo; seguro que no soy el único al que le ha recordado a Jose Luis Jiménez (TOPO), «Malas compañeras» con esa base y giros al reggae, «Codo con codo», para mí, ¿lo he dicho ya?, de los mejores temas, sino el mejor.
Pero mejor escuchemos los 11 temas al completo…
Habitación 1 – Todavía hay tiempo Sabía que perdería el tiempo,
cuando paré a respirar
Habitación 2 – Besos de alquitrán Me dijeron que en el cielo no había sitio para mí,
comprendí al mirar al suelo que me quedaría aquí
Habitación 3 – El hotel de las historias A través de la mirada de tus ojos inocentes
quizás nunca encuentres nada en el resto de la gente
Habitación 4 – A flor de piel Tan distraído, te has dado por vencido
no vengas pidiendo de lo que hemos conseguido
Habitación 5 – Malas compañeras Préndele, dale vida y que eche a arder,
acaba con la agonía antes que lo haga la vejez
Habitación 6 – Codo con codo Me da pereza tanta limpieza,
por qué no te preocupas de reordenar tu cabeza
Habitación 7 – Coleccionista En los baños de los bares todos se acuerdan de ti,
de tus braguitas de encaje y esas ganas de vivir
Habitación 8 – Inconsciente Nos venden un ejemplo de vida,
Inútil, ya no hay salida
Habitación 9 – Los valores iniciales Y arranqué del calendario semanas y algún año,
concentrado en respirar…
Habitación 10 – Aferrado a la desidia Si me agarra la locura y he perdido la cordura,
no te debes extrañar
Habitación 11 – A mil kilómetros
A mil kilómetros de la frontera,
allí donde no llegan las carreteras, me dediqué a vivir
Estoy convencido de que no serás capaz de escucharlo sólo una vez …
Si quieres apoyarles puedes adquirir su disco por sólo 5 € a través de su “blog”, aunque estos chicos son tan enrollaos que también lo ofrecen en descarga gratuita.
Sinceramente, si yo fuera tu les compraría el CD, te aseguro que no te defraudará y les animarás a continuar en su, esperemos, largo camino.
Además viene con un libreto estilo comic con las letras de las canciones, que ya quisiera algún «triunfito».
Por cierto, será gratificante leed vuestros comentarios; buenos, malos o regulares sobre el disco y sobre esta entrada. Sobre todo para ellos, que necesitan tener feedback de quienes escuchan su música.
Nos vemos a mil kilómetros de la frontera.
Birras y Roll´n´Rock! 😉
Que curiosa sensación entrar en tu propia casa y sentirte extraño, vacío…
-.-.-.-.-
Aún con esa insignificante anemia, esa ligera leucocitosis, ese hematocrito levemente por debajo de lo normal que indicaban la analítica de hoy… Y hasta con esa placa de tórax que sugería lo que probablemente era ya una pequeña metástasis en el pulmón; aún así, tu no has mostrado, ni demostrado, ni un solo síntoma. Ni un quejido, ni un lamento. Ni en tu estado de ánimo ni en tu físico, exceptuando la exagerada inflamación de tu pata a consecuencia del tumor.
Aún no me lo creo. Con lo alegre y feliz que te habías levantado esta mañana. Con esa sonrisa tuya tan característica enseñando media lengua.
Yo, que dudaba de si me harías una señal llegado el momento. Y tu, que no has tenido ninguna duda en mostrármela.
Han pasado poco más de tres horas desde que comenzó tu sueño eterno y, ahora, estoy completamente convencido de que, efectivamente, has querido hacérmelo ver. Que esa ha sido tu señal. Hasta para eso has sido inteligente y buena perropersona. Sabías perfectamente que era la forma de hacerlo. Tenías que hacer algo que no dejara lugar a dudas; abrirte la herida de tal manera que no hubiera más remedio…
¡Qué lista! ¡Y qué valiente!
¿Y ahora qué, Yuca?
¿Quién me sacará a pasear? ¿Quién me esperará por las noches? ¿Quién me pedirá mimitos? ¿Quién velará por mí? ¿Quién?
Recuerda lo que decía nuestro amigo: “quien sabe si en un futuro algunos de nuestros puntos volverán a conectarse de nuevo”.
Ahora estoy convencido de que así será.
-.-.-.-.-
Todo ha sido tan rápido que ni siquiera he podido darte un último capricho. Espero que puedas perdonármelo.
Al menos me queda el consuelo de haberte acompañado en el último momento…
… y de pensar que allí donde estés soñarás con ese currusquito de pan que tanto te gusta.
Hoy, ya no sólo faltas tu. Me faltan las palabras…
Hasta siempre querida Yuca. El vacío que dejas es inmenso. Esta casa nunca volverá a ser lo que era.