Día 5: Xaouen – Moulay Idriss

Día 5
Etapa: Xaouen – Moulay Idriss
Km.: 376
Alojamiento: Hotel

Hora de levantarse. Son las 7 de la mañana y hoy hemos ganado a los de la oración. A las 8 estamos en ruta. Qué bien, hace buen día.

Elegida la etapa de hoy, cogemos la carretera que va a Ketama. Desde allí, rumbo a Fez. La carretera a Ketama discurre por todo el valle del Rif. Está a gran altitud y con muchas curvas. La calidad de la carretera es mala, hay muchas zonas con gravilla, partes levantadas y con lo peor que se puede encontrar un motero, grandes manchas de aceite en algunas zonas que te pillaban de sorpresa. Y si no que se lo digan a RedSpider, que se llevó más de un susto. Pero los paisajes son increíbles.

Acercándonos a Ketama, el cielo se empezó a cubrir y lo acompañó con niebla. Si preguntas por esta ruta y por la visita a Ketama, unos te dirán que es peligroso para un extranjero y más si se es español y otros te dirán que no tiene nada de peligro aunque nunca hay que bajar la guardia y tomar precauciones. Nuestro paso por Ketama es rápido, resulta ser una ciudad siniestra y sucia, en general, una mala impresión. No parece que seamos bienvenidos, paramos en una gasolinera y en menos de dos segundos, teníamos a unos 20 individuos rodeándonos, ofreciéndonos de todo, mirándonos todo lo que llevábamos… Conclusión, arranca y vámonos.

Foto de rigor y sin bajarse de la moto

Ahora vamos hacia Fez. La carretera sigue siendo desastrosa y llena de baches. A esto le sumamos la tortura en la que se convierte el casco en algunas ocasiones. Los auriculares del BT2 no se han colocado bien y molestan tanto, que nos obliga a hacer una paradita en el arcén para recolocamiento. De repente, nos vemos rodeados de niños que se muestran desconfiados. Tanto, que al arrancar nos apedrearon con aceitunas. Aquí está la muestra del carácter de los marroquíes de la zona norte.

Bueno, pasado este suceso anecdótico, proseguimos rumbo a Fez. Una gran ciudad con mucho tráfico, y como nosotros no tenemos intención de visitar grandes ciudades, a excepción de Marrakech, paramos en un mirador a hacer algunas fotos y continuar hacia Meknes, en busca de unas ruinas romanas llamadas Volúbilis y que nos han contado que son una pasada. Pero antes, hay que comer algo, ¿no? Llevamos unas latas de paté y algo de jamón serrano, así que ¿qué mejor que rellenar un pan marroquí con nuestras provisiones? Mientras nos comíamos estos bocatas, se acercaban unos nubarrones con muy mala pinta. Así que rapidito que al final nos mojamos.

Acabamos perdiéndonos por Meknes, buscando el camino hacia las famosas ruinas romanas.

Fue fácil dar con ellas, pero empezaba a atardecer y la hora de cerrar el paso a las visitas. Bueno, la luz del atardecer es la mejor, así que… adentro.

Nos encontramos en mitad de los restos arqueológicos de lo que fue la antigua ciudad romana de Volúbilis. Sobrecoge el comprobar una vez más el poder civilizatorio de los romanos. El yacimiento apenas ha sido excavado a la mitad y contiene infinidad de restos arqueológicos y monumentos. Entre ellos hay una basílica, un foro, tempos, un arco del triunfo… También se han descubierto mosaicos que hacían y decoraban los suelos de las viviendas de aquellos más ricos y que se conservan de maravilla. Merece la pena su visita y si necesitas un guía, no hace falta que le busques, él te encontrará a ti.

Elegimos pasar la noche en la ciudad santa de Moulay Idriss. Siempre hay alguien esperando al turista y hará lo que sea para embaucarte en sus propósitos. Aunque lo del alojamiento lo teníamos controlado, nos dejamos llevar por uno de estos personajes y nos vamos al hotel que nos dice. Total, 20 dr que le dimos, no van a ninguna parte. El hotel está bastante bien, para lo que vienen siendo los hotelitos en Marruecos. A un precio algo superior al de Xaouen, sigue siendo barato. Tenemos un baño propio, televisión satélite y hasta aire acondicionado!! Pero lo mejor, está limpio!!

Cenamos en un restaurante con vistas al mercadillo. El camarero es muy hospitalario y con ganas de hablar español, así que nos cuenta cosas y quiere saber acerca de nosotros. Los marroquíes son grandes aprendices de idiomas. Aprovechan la visita de cualquier extranjero, para poder charlar en un idioma distinto al suyo y así aprender cosas nuevas. Nos cuenta que mañana finaliza el ramadán y en la ciudad habrá una pequeña fiesta. Fiesta?? Lástima, no podemos quedarnos. Nos da de cenar unas brochetas de pollo, kefta y para terminar, como no, un té. Bueno, no nos pudimos resistir a comprar unos pastelitos en un puesto de enfrente del restaurante.

Como no podemos quedarnos a conocer la ciudad de día, damos un paseo para conocerla de noche. Las terrazas de los bares están llenas de hombres. Multitud de gente en la plaza central de Moulay Idriss. No hay casi hostales, ya que hasta hace bien poco no se permitía pernoctar a los extranjeros. Cruzamos la bonita plaza que está al final de la calle del restaurante, y llegamos hasta la entrada del Mausoleo. Hay una barrera que marca hasta dónde podemos entrar los No Musulmanes. Hay un camino que lleva hasta la gran terraza dónde se pueden ver las bonitas vistas del Mausoleo y la ciudad, pero preferimos regresar, que los grandes viajeros tienen que madrugar.

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