Día 13: Essaouira

Día 13
Etapa: Essaouira
Km.: 0
Alojamiento: Mismo hotel del que no recuerdo el nombre

Hoy ha amanecido un día espléndido. Aunque Essaouira goza de un microclima, no hay que confiarse y mejor llevar una chaquetilla, porque los alisios soplan constantes.

Lo mejor para empezar a explorar el lugar es encontrar un sitio dónde tomar un cafecito y algo para acompañar.

La medina de día cambia totalmente a como la vimos por la noche, hay multitud de puestos de todo tipo. Desde la calle central, puedes acceder a los distintos zocos (el del pescado, el de la carne, el de las verduras…) por las callejuelas que hay a ambos laterales. Y también al chiringuito de anoche, dónde seguramente volvamos hoy, que ya nos lo hemos aprendido.

De camino hacia el puerto, encontramos este pequeño café dónde podrías pasarte horas observando los miles de cuadros y postales que hay por todas las paredes. Muy original.

Dicen de Essaouira, que tiene una de las medinas costeras más bonitas de Marruecos. De momento no he visto otras, pero desde luego que esta ciudad tiene un gran encanto. El turismo es diferente y uno se siente menos agobiado a la hora de comprar, a parte que los «souiris» (habitantes de Essaouira) te sorprenden por su amabilidad y hospitalidad, acostumbrados a vivir desde hace muchos muchos años entre diversas culturas.

En 2002, Essaouira pasa a ser el séptimo lugar en Marruecos declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Algunos de los objetivos por los que la medina de Essaouira obtuvo dicho título, fue para que aumentara el turismo y con los beneficios, mejorar las infraestructuras y frenar y conservar dicho patrimonio, el cual está muy deteriorado por diferentes problemas, entre otros por causas naturales. Volubilis es otra de esas joyas de Marruecos también declarada Patrimonio de la Humanidad.

De Essaouira, cuyas playas están bañadas por el Atlántico, puede decirse que es actualmente una pequeña ciudad de pescadores, aunque también morada e inspiración de muchos artistas, principalmente escultores y pintores. Su casco antiguo se encuentra rodeada por una gran muralla de roca con almenas y cañones, con garitas y torreones y numerosas puertas. Sus altas casas blancas con detalles amarillos y puertas azules, nos transportan a algún pueblecito andaluz.

Allá que vamos…

Estamos sobre la Skala del Puerto, dónde se alinean los célebres cañones de Essaouira, que protegieron a la ciudad de numerosos ataques marítimos. La verdad es que se conservan en buen estado. Aún en algunos de estos cañones se puede ver su año de fabricación y la fundición dónde se fabricaron.

Subimos a la torre cuadrada. Cierro los ojos y unos galeones se aproximan con intención de atacar la ciudad, oh, están atracando en la Isla de Mogador!… Los abro y no veo ningún galeón, solo veo como se mecen a nuestros pies unas manchas de vivos azules; son las barquitas para la pesca de bajura. También veo a pescadores desplegando sus redes o descargando cajas de pescado. Pero el olor de las sardinas a la parrilla me recuerda que dentro de poco habrá que ir a faenar nuestro pescado. Pero un ratito más para seguir contemplando la Isla de Mogador, que en realidad son dos, ambas rodeadas de varios islotes. En la antigüedad se la conocía como Islas Púrpuras y esto era porque cuando los romanos estaban aquí, cultivaron en ellas una especie de molusco con el que se obtenía la púrpura, la cual se utilizaba para teñir las túnicas de los emperadores.

La visita al puerto es casi obligatoria, siendo este uno de los puertos pesqueros más activos de todo Marruecos.

La muralla esconde un sin fin de callejones plagados de comercios de todo tipo, desde productos alimenticios para los souiris hasta todo tipo de suvenirs, artesanías, joyas…

Accediendo por el interior de la medina, llegamos a la Skala de la Kasbah y es dónde se concentran la mayoría de los talleres de ebanistería y dónde nos impregnamos del olor que desprende la Tuya, madera que emplean para hacer mesas, cajitas y todo tipo de figuritas y adornos. Un lugar perfecto para pasear o simplemente para contemplar el mar. Tal vez sentado en uno de estos cañones, mirando hacia la Isla de Mogador, Orson Wells eligió este lugar para rodar los exteriores de Otello.

Estábamos tan entretenidos paseando y recorriendo la medina que se nos ha olvidado comer. Son las 18 hr., así que ya lo que haremos será merienda-cena. Vamos a ver si hacemos la compra.

No nos costó nada ni dar con el zoco del pescado, ni dar con el chiringuito. Al vernos, nos sonrió y pensó, éstos ya se lo han aprendido. Decir que nos trató muy bien.

No dije antes que olía a sardinas?

Después de reponernos llamamos a Alí, pero estaba un poco liado y al final no quedamos. Aún así, estaba bien informado de nuestras andanzas, que al rato de irnos del chiringuito pasó por allí y el jefe de cocina le contó que habíamos vuelto a su negocio y que éramos muy majos, jaja.

Un último paseo por el caso antiguo y nos vamos para la playa a ver la puesta de sol.

Sin duda Essaouira nos ha encantado, tal vez volvamos para conocer uno de los festivales musicales más reconocidos, más allá de muchas fronteras y que cada vez atrae a más visitantes.

Poco a poco, el olorcillo a regreso va siendo cada vez más intenso. Y después de conocer un lugar tan especial, solo nos queda taparnos la nariz, cerrar los ojos y soñar con galeones, piratas y comerciantes de seda.

Y con esta imagen, terminamos el día de hoy.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *