Día 9: Merzouga – Khamlia – Taouz – Tinejdad

DÍA 9
Etapa: Merzouga – Khamlia – Taouz – Tinejdad
Km.: 192
Alojamiento: Hotel Reda

5:30 de la mañana, el sol está a punto de salir. Dentro de la haima no se está tan mal, aunque hay que reconocer que te levantas hecho polvo. Esta experiencia te muestra un poquito la forma de vida de los nómadas que por allí habitan, sin luz, sin ningún tipo de lujo, sin wc, libres en plena naturaleza.

Antes de que haya suficiente claridad, salidita rápida de la haima para ajustar cuentas con nuestro cuerpo y adentro otra vez a desperezarnos. De nuevo me siento nómada.

Primeras imágenes del día…

Ahora ya si, salida oficial de la haima. Mires dónde mires, solo hay dunas. Comienza la dispersión. No es otra cosa que la dispersión de los que allí nos encontramos que fue total. Cada uno se paseaba por un rincón distinto, hipnotizados por el descubrimiento de las dunas a la luz del día. Una postal.

Hay que subir a una alta para ver bien el amanecer. Ascender a ellas puede llegar a ser muy cansado, tanto por la pendiente como por caminar sobre la arena. Es como si avanzaras a paso tortuga. Pero el esfuerzo es inmensamente recompensado.

El sol empieza a ofrecernos sus primeros rayos, y se empieza a divisar una pequeña rayita en el horizonte. Cuando te dispones a disparar la segunda foto, ya hay medio sol asomando. Las dunas empiezan a encenderse y tomar ese característico color dorado. Verdaderamente uno se siente abrumado ante tal maravilla. El silencio, la visión de las dunas y al fondo el sol saliendo a una velocidad grande, te hacen reflexionar, y como dice Youseff, encontrarte a ti mismo. Las 2 horas de ida y las 2 horas que tenemos de vuelta cabalgando en dromedario, ya han valido la pena.

Las tierras que se ven al fondo, en el horizonte, pertenecen al país vecino de Argelia.

Es una sensanción grande hundir los pies en la arena, ahora está fresquita…

Finalizado el majestuoso regalo del día, en la haima, nos espera el desayuno. Dónde te preguntarían café o té, aquí es té o té?, vamos que desayunamos té con pan y mermelada.

Si los Reyes Magos andan por aquí, tal vez puedan ser estos…

Llega el momento despedida. El momento de la pereza y de la tristeza. Pero empieza a hacer calor y hay que llegar pronto al albergue. Las personas con las que has compartido la experiencia, ya forman parte de un momento de tu vida, y en cierto modo, el tener todos esto en común, pues como que sientes que hay una especie de unión. No los volveremos a ver, aunque nunca se sabe, pero ahora mismo, son como unos amigos más, y la vuelta, es toda una fiesta de hermandad y amistad. Todos volvemos con las mismas imágenes en nuestras retinas y la misma sonrisa en la boca.

De izquierda a derecha… Omar, Youseff, RedSpider, el de atrás no recuerdo su nombre, el alto es el finlandés, yo, Alí (que acompaña a los suizos y el finlandés de viaje por Marruecos) y el de delante, es Santana.

En el camino de vuelta, íbamos recogiendo basura que íbamos encontrando, botellas, bolsas de plástico, latas de bebida… Incluso aquí, llega nuestra mala educación y poco respeto.

Al llegar al albergue, nos dimos una duchita calentita, y pudimos descansar un poco y seguir charlando. Alí y sus compañeros extranjeros salieron antes que nosotros, ellos iban hacia El Rif (Chaouen y Ketama) y de bajada hacia Marrakech, visitarían las Cascadas de Ouzoud, las mayores del norte de África, si quieres ver monos, vete allí. Al finlandés se le acababan los días aquí y en Marrakech dejarían a este integrante del grupo.

Nosotros decidimos quedarnos a comer algo antes de partir. Hoy no hay prisa, hasta dónde lleguemos, pero sin prisa. Youseff nos ha hablado de una comunidad que viven en un pueblo muy cerca de aquí, formado por habitantes descendientes de esclavos del áfrica negra, en su mayoría, de Sudán. De estos hablaré cuando lleguemos ahí. Porque vamos a ir a conocerlos.

Al despedirnos de la gente del albergue, por casualidad, vimos en la puerta de entrada una pegatina de la asociación de cometas Viento Norte. Han bajado varias veces a Marruecos con sus locos cacharros y sus cometas de tracción y han hecho rutas increibles de un lado a otro de Marruecos, pero sobre todo al desierto de Erg Chebbi. Cada vez que pasan por el desierto, se alojan en esta casa y además, reciben apoyo para sus travesías de esta gente. Esta afición es otra de las de RedSpider y conoce a algunos integrantes de esta asociación. Por eso nos hizo ilusión encontrar esta pequeña huella. Algún día, habrá una pegatina de PrisaMata por algún lugar del mundo.

***

De nuevo en ruta. Son cerca de las 13 horas, pero quedarnos un rato más en el albergue nos vino bien para comer algo rico rico y seguir sin tener después que parar al poco de partir para buscar algún lugar dónde comer. Como ya adelanté antes, vamos a ir a conocer al pueblo de Khamlia y sus gentes. Este poblado está a unos 10 km. de Merzouga en dirección a Taouz.

Youseff nos dijo, os gusta la música africana? pues no tenéis que perderos el ir a conocer a la tribu de Los Bambaras. Son auténticos. De verdad, no os cuento más, id y buscadlos. Estarán encantados de recibiros, siempre reciben a todo el mundo, sea la hora que sea. En cuanto os vean, saldrán de todas partes para ofreceros lo que puedan. Creo que esto fue suficiente para que estando a menos de 10 km. dejáramos pasar esta oportunidad.

Aunque es muy fácil dar con ellos, porque están en la misma carretera que traes de Erfoud, nosotros estábamos tan expectantes, que nos pasamos el poblado y casi llegamos a la frontera Argelina. Uff, que momento. Unos jóvenes, en el pueblo de Taouz, nos persuadieron para coger la pista que se coge ahí y va hasta Zagora. Cuidado con estas proposiciones. La verdad es que en Marruecos, no es extraño encontrarte con uno de estos guías postizos, que te introducen en estas zonas casi intransitables y dónde es fácil perderse, y después desaparecen. Después aparecen y te piden una propina para guiarte por el buen camino. Listos ehhh. Hala, media vuelta.

Al fondo, el pueblo de Taouz…

Ahora si lo vimos, habíamos pasado por el poblado antes!! La carretera divide el pueblo y la escuela en dos. Cuento lo de la escuela, bueno, la escuela tiene dos aulas fabricadas en adobe, una está a un lado de la carretera y la otra, al otro lado. Cuando pasamos hace veinte minutos, no vimos a nadie por las calles, claro que nosotros íbamos buscando músicos, esperando escuchar música o algo que nos llamara la atención, como no pasó nada de esto, pues pasamos de largo.
El pueblo estaba desértico, claro, al lado de Merzouga, qué si no! Pero en menos de dos minutos recorriendo sus callecitas sin asfaltar con nuestras ruidosas motos, empezaron a salir gentes de sus casas, unos que llamaban a otros y así, hasta que sin darnos cuenta, estábamos rodeados. Una gente de lo más hospitalaria y amigable.

No pudimos resistirnos a su invitación para pasar a uno de los salones dónde hacen sus actuaciones, tomar un té, charlar y deleitarnos con una auténtica actuación privada, baile incluido, porque solo estábamos nosotros.
A esta tribu, también los llaman Gnawas. Pertenecen a una minoría étnica cuyos orígenes datan de hace unos 420 años. Por aquellos entonces, el sultán de Marrakech, Ahmed Al Mansour, entró y conquistó Mali (casi ná). De allí se trajo a Marruecos como esclavos, unos guerreros sudaneses que fueron capturados en el campo de batalla.
Posteriormente, en un momento decisivo de la guerra que se traía entre manos para conseguir el control de la ciudad de Tombuctú, estos hombres, en un alarde de valor y sacrificio, echaron una mano a las tropas de este sultán. Así que el sultán, en agradecimiento, les dejó libres y les hizo formar parte del ejército que anteriormente les capturara y el privilegio de ser miembros de la guardia negra, lo que viene siendo, la guardia real aquí en España.
Los sultanes sucesores de Al Mansour, continuaron manteniendo esta guardia de gnawas durante unos 200 años.

Estos gnawas se establecieron en la vida de Marruecos y se ganaban la vida trabajando en la agricultura. Se hicieron pastores de camellos y cabras… En la actualidad, viven de su música Gnawa y de su derroche de hospitalidad.

Esté tipo de música, es una mezcla de Bambara, lenguas bereberes y árabes. Cuando actúan y cantan, mueven todo su cuerpo excepto la cabeza. A veces usan su música para ayudar a curar enfermedades e incluso para entrar en trance y viajar al más allá.

El grupo está formado por 3 laudes de cuerda, varios qraqeb, que son un tipo de castañuelas metálicas características de esta música gnawa y por varios tambores. Aunque aquí no estaban todos los integrantes.

El beneficio que obtienen con sus actuaciones, donativos de los turistas, venta de sus grabaciones, lo emplean sobre todo en el mantenimiento de la escuela, la cual hasta hace bien poco, no disponía de luz. Imaginaros, tenían unos ordenadores donados por alguna ONG y no podían encenderlos. Además, esta forma de vida también la necesitan para mantener sus tradiciones y conservar sus raíces.

Aquí podéis ver cómo suenan, aunque no están los laudes, pero se les puede ver bailar…

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Nosotros nos sentimos como en casa y sin duda volveremos a visitarles, y no estaría mal alojarse con ellos y conocer más sobre sus costumbres y cultura. Aunque a mi lo esotérico me da un poco de repelús, no me importaría ver alguna de sus ceremonias, pero sencillita eh.

Después de conocer todo esto, lo menos que pudimos hacer fue comprarles uno de sus cds. Quien sabe si en un futuro no muy lejano podremos hacer algo más por ellos. De momento este chico gnawa se quedó con un recuerdo de nuestro paso y aceptó la camiseta de RedSpider como obsequio.

De nuevo en ruta. Continuamos nuestro viaje. Ahora en la soledad del casco, te vienen imágenes de estos dos días en el desierto, sonidos, olores, voces y como no, música. El recuerdo reciente de la despedida del albergue, de Youseff, de Omar, de Alí y sus compañeros extranjeros, de esta tribu de músicos… Uff, no se si quitarme el casco, no sea que se me escape y salga volando algo de esto.

De este día, poco más hay que contar, retrocedemos hasta Erfoud, sin dejar de mirar por el retrovisor y ver como se alejan nuestras dunas, aquellas que parecían tan cerca y reales, ahora si que parecen un espejismo. Estamos tan apenados por despedirnos de este lugar tan especial, que solo paramos si hay que repostar y casi ni nos hablamos. Y así hasta Tinejdad. Tras preguntar en un par de sitios encontramos un hostalito a buen precio, que nos deja meter las motos en su comedor. Curioso.

Al bajar a cenar, estaba el comedor lleno de jóvenes marroquíes que estaban viendo un partido de fútbol que estaban echando, y en primera fila, ahí estaban nuestras motos. No eran las únicas, ya que había dos vespas, matrículas españolas. De quien serán?? Dos moteros españoles como nosotros!! Resultaron ser de dos individuos que estaban cenando justo en una mesa delante de nosotros. Bueno, no les vimos ninguna intención de entablar contacto, ni mucho menos conversación, así que nosotros nos quedamos sentaditos y continuando con nuestra cena y un poco flipando. Lo mismo tenían un pacto de esos de nada de hablar en español. Yo les hubiera dicho algunas palabrejas en árabe si hubiera hecho falta. Aunque con la diarrea que tenía y la buena pinta que tenía lo que RedSpider se estaba zampando (y yo mirando, claro), no estaba muy inspirada en esos momentos.

Mañana más, que voy a ver si sueño con algún oasis.

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