Día 6: Moulay Idriss – Midelt

Día 6
Etapa: Moulay Idriss – Midelt
Km.: 232
Alojamiento: Camping Timnay

Hoy también hace sol, qué bien!

Nos levantamos, nos aseamos, recogemos los bártulos, decimos adiós a la televisión digital y desayunamos. Nos prepara el desayuno el que estaba la noche anterior, yo creo que es el dueño. Qué rico, creps. En Marruecos, en más de un sitio los ponen para desayunar. Debe de ser por la influencia francesa esa que reconoció Gran Bretaña.

Para el día de hoy hemos decidido ir hacia Midelt, para desde allí ir hacia Erfoud, pero esto ya otro día. Midelt no tiene nada extraordinario, pero es un punto de partida ideal para adentrarse en el Alto Átlas dirección Imichil.

Nos despedimos de Moulay Idriss, una ciudad con mucha historia.

En el primer cruce hacia Meknes, tenemos nuestra primera experiencia con la autoridad marroquí. ¿Nos registrarán? ¿Nos multarán por no haber sobrepasado el límite? ¿Nos dirán que les hagamos una foto? ¿Que nos la hagan a nosotros? A ver qué quieren. Bueno, sorprendente, solo quieren un poco de charla, de dónde sois, que tal por España, qué tal por Marruecos, qué tal en general, qué valientes, vaya motos, y así hasta que nos desearon buen viaje!!

Tras atravesar Meknes, llegamos a Hajib, un moderno pueblo bastante pintón. De ahí decidimos desviarnos hacia Ifrane, en vez de ir a Midelt por Azrou, cosa que nos retrasará sobre lo previsto, pero qué más da, estamos de vacaciones y la prisamata, amigo. Además, prevemos unos paisajes increíbles y una carretera entretenida. Sin duda, una buena elección.

Hemos pasado de estar en Marruecos, a estar en Suiza, si si, en Suiza. En España tenemos Asturias, en Marruecos está Ifrane. No solo tiene un paisaje alpino, el pueblo es totalmente montañés. Hermosas casas con tejados inclinados a dos aguas, zonas verdes, calles amplias e impolutas, tranquilidad, silencio, un lago, la Universidad más prestigiosa de Marruecos, ¡andá! Y una estación de esquí. Aquí también se nota la influencia francesa, y es que esta ciudad, fue construida por ellos, convirtiéndola en un lugar vacacional para la clase alta, así como para los marroquíes más pudientes. Es por esto, por lo que fuera de temporada, parezca una ciudad desierta de no ser por los estudiantes de la Universidad. Poco más hay que hacer aquí sin nieve y sin querer gastar mucho.

Desde Ifrane, volvemos a tomar el rumbo a Azrou, pero a pocos kilómetros, nos damos la vuelta, para ir a Midelt por Mischliffen y buscar la estación de esquí. Además, viendo los espesos bosques de cedros, no podemos saltarnos esta ruta. Y qué bien hicimos. Qué bonito. Sin palabras, y es que por algo es Parque Nacional.

Justo aquí, nos dimos la vuelta…

Pasado el cruce para tomar la carretera a Mischliffen, nos topamos con la estación de esquí, que tiene los días contados debido a la poca nieve que cada año cae. Nos quitamos un poco el mono y seguimos.

La carretera que nos espera es alucinante. ¿Y esto está en Marruecos? Carretera para disfrutar de la sensación de libertad que emana por todas partes. Creo que nos cruzamos con un par de coches. Da cosa pasar con nuestras motos y el ruido de nuestros motores rompiendo la perfecta armonía.

Pasada esta zona, volvemos al tradicional Marruecos, con sus poblaciones sucias y apenas sin asfaltar.

No queremos que se nos eche la noche encima y vemos que a Midelt no llegamos con luz, así que en la misma carretera, nos paramos en el camping que nos había recomendado el hombre del hotel de Moulay Idriss y que resulta estar bastante bien. Desde aquí, ya divisamos las montañas del Alto Átlas, con sus cumbres nevadas.

¿No son una monada? A nuestra Reina Sofía le encantan y a mi al verlos, también.

En el camping coincidimos con un grupo de moteros extranjeros, bueno, si extranjeros somos nosotros, pues ellos más. Para abrir boca, esta noche la vamos a pasar en una haima que tienen. Con un buen saco, no hay problema y así nos ahorramos el montar la tienda, y además, nos sale más barato.

Coincidimos con un nuevo extranjero, un catalán al que le gusta viajar solo con su BMW. David se llamaba. Durante la cena intercambiamos experiencias e impresiones, algunas coincidían, y otras no, lógico, si fueramos juntos, no habría intercambio. Había intentado hacer la ruta del Circo del Jafar, muy valiente por su parte intentar hacerlo solo, pero tuvo que desistir debido a los grandes charcos y barrizales con los que se había encontrado. Se le hizo tarde y volvió al camping, dónde ya había estado la noche anterior. Nos dieron de cenar una buena ración de cous cous con cordero, encargado previamente, y unas brochetas de pollo con su guarnición que quitaban el hipo. Cena a la que fuimos invitados por David, la verdad es que a estos precios, es fácil quedar bien. Toca despedida, y es que este viajero solitario, lo más probable es que madrugue más que nosotros.

Y otro día más, los grandes viajeros se van a descansar, hoy escuchando a los grillos y a las estrellas fugaces.

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