Día 11: Entre Demnate y Skoura, calculo que por la mitad – Marrakech

Día 11
Etapa: Entre Demnate y Skoura, calculo que por la mitad – Marrakech
Km.: 185
Alojamiento: Hotel CTM (Marrakech)

Los bereberes que habitan en las montañas del Atlas, son como los rayos del sol, aparecen al brillar éstos. Son las 5.30 de la mañana y hay unas dos personas al lado de la tienda conversando, o tal vez tres. Lo mismo hemos acampado en una parada de bus. Al salir de la tienda éstos ya no están, pero aparece gente de cualquier rincón. Estamos en mitad del camino de dos poblaciones grandes como son Demnate y Skoura. Cuando lleguemos a Demnate averiguaremos cuánto hubiéramos tardado anoche en llegar. La verdad es que observando el lugar dónde nos encontramos, te insinúa el maravilloso paisaje que nos perdimos ayer por ser de noche. Estamos entre montañas y más montañas.

Hoy el día ha sido algo duro; hemos dormido poco por causa del frío mayormente y estamos algo cansados por la especie de diarrea que tenemos, rematado por los problemas de mi moto. Pero sigo relatando el día.

Recogidos todos los bártulos y las motos preparadas, nos disponemos a abandonar la que esta noche ha sido nuestra habitación. Pero como imaginábamos, mi moto no arranca. La batería, si es que es eso, debe de estar totalmente agotada. Ya ni empujándola logramos arrancarla. Así que ahí, sin población cercana con medios dónde podamos intentar arreglarla, sin cobertura y sin desayunar, solo nos queda sentarnos en el borde de la carretera y esperar… esperar, no se, algo así como un poco de suerte. Desde que nos hemos levantado no ha pasado ningún coche, así que estamos mentalizados para estar algunas horas esperando. Y ya la suerte completa sería que dispusiera de pinzas y que funcionara.

Otra opción que teníamos era dejar allí la moto e ir en la de RedSpider al pueblo más cercano dónde poder llamar por teléfono, pero no sabíamos realmente a qué distancia estaría y si resolveríamos algo. Bueno, en caso de teléfono, solo podíamos hacer uso de nuestra asistencia.

Vista de la situación…

Hoy la suerte se ha fijado en nosotros. Al cabo de dos horas esperando, pasó el primer coche de la mañana. No dudaron en parar, vamos, que no hizo casi falta ni hacer señas, igualito que en España. RedSpider se esforzó lo que pudo en explicarles el problema y como pudimos, nos íbamos entendiendo. No tenían pinzas, pero querían ayudarnos como fuera. Uno de ellos se disponía a desmontar su propia batería, por si así nos podían ayudar, qué curioso!. Volvimos a intentar arrancarla empujándola, lo mismo siendo cuatro en vez de dos, conseguimos algo (ante todo, optimistas). Nada. Pero ellos no querían dejarnos allí tirados y se ofrecieron a cargarla en su pick-up hasta un taller de motos en Demnate. Increible! esto si que es suerte! Intentamos negociar con ellos lo que nos costaría este golpe de suerte, pero no querían nada, no nos pedían nada. Ellos iban hacia allá y les pillaba de paso. Lo mejor que nos podía pasar.

Arriba con ella!

Los dos en la moto, seguíamos la furgoneta por la sinuosa carretera, con mi moto cargada en su parte trasera. Increible el cuidado con el que conducían por la estrecha carretera y peliaguda en algunos tramos. El paisaje, para variar, espectacular.

Llegamos a Demnate. Hemos tardado en llegar unas dos horas, eso es lo que hubiéramos hecho ayer, de no ser de noche. Desde Skoura a Demnate hay poco más de 180 km., puertos de más de 2000 metros y más o menos unas 4 horas en coche. Abriéndonos paso entre el bullicio, seguimos la furgoneta hasta un taller mecánico de motos, bueno, más bien ciclomotores, que son los que abundan en la ciudad. Descargamos la moto y el mecánico, muy amable y servicial, se interesa por ella y por nosotros, dejando lo que estaba haciendo. Antes, despedida de nuestros rescatadores, qué grandes personas. No querían cogernos ningún dirham, pero después de lo que ha significado para nosotros lo que han hecho, qué menos que contribuir con el gasto de gasolina que tan cara es en este país.

Aquí les vemos ayudando a RedSpider a bajar la moto…

Y así es como quedó la pobre para poder acceder a la batería…

Después de la buena voluntad del mecánico y de sus intentos, decidimos llamar a la asistencia, ya que con pinzas no conseguía mantenerla arrancada y temíamos que fuera algo peor. Mejor a un taller oficial, con especialistas en este tipo de motos. En estos momentos, el viaje se pone en la cuerda floja, porque llevarla al taller oficial, nos puede hacer perder algunos días y tal vez tengamos que adelantar la vuelta o cambiar los planes.

De nuevo tuvimos suerte. Mientras esperábamos la grúa, RedSpider se puso a trastear con la batería y el mecánico, muy audaz, se acercó rápidamente, la cogió, y aunque en árabe, pudimos entender que estaba seca. Como si de una bruja se tratara, se montó en su escoba, digo, en uno de los ciclos destartalados que tenía por allí, y volvío a los pocos minutos con el líquido milagroso. La preparó, la montó en la moto, la cargó… y… funcionó!! Continuamos con lo previsto! Se portó fenomenal, así que decidimos darle algunos dirham, a pesar de que no quería cobrarnos nada e insistir en ello.

Puede que se llegue a pensar que este incidente tampoco es gran cosa, yo misma que lo revivo ahora, pienso que podía haber sido algo peor, pero cuando estás fuera de tu país, en mitad de dónde nos encontrábamos, cualquier «poca cosa», se convierte en una «gran cosa» y con una gran aventura por medio. Bueno, es lo que pienso al leer mi relato.

Al haber perdido tiempo, ya que hoy tendríamos que haber visitado las cascadas de Ouzoud o por lo menos haber llegado allí, marchamos directamente a Marrakech. Demnate nos ha dejado buen sabor de boca (y sin tener que comer nada, oiga!!) y nos arrepentimos de no haber pasado más tiempo en esta ciudad, pero así son los viajes, hay que seguir.

Al aproximarnos a Marrakech, se nota más bullicio. Hay gente a lo largo de toda la carretera. Paramos en un «restaurante», en un pueblo cercano a la ciudad, y éste nos enseñó que en Marruecos, los que no sean escrupulosos, tendrán más opciones para todo. Eso sí, las coca-colas son como tienen que ser.

Marrakech es eso, una gran ciudad. Así que os podéis imaginar, muchísimo tráfico, ruido y gente, pero a diferencia de otras grandes ciudades, desde que te adentras por sus calles, eres invadido por colores, olores y sabores… Ciudad con mucha historia, aunque a día de hoy es una ciudad que vive principalmente del turismo.

Nosotros no pasaremos mucho tiempo en Marrakech, así que visitaremos lo que nos de tiempo. Nuestro hotel se encuentra en el corazón de esta bella ciudad, en el centro de la famosa Plaza Yemaa el-Fna. Nos lo habían recomendado así que para qué perder tiempo buscando. Hay un parking justo al lado, por lo tanto las motos también tienen dónde dormir.

Así nos recibe nada más llegar, sorteando al gentío, puedes circular con tu vehículo…

La tarde está a punto de caer, así que hay que darse prisa. Del hotel he de destacar su magnífica situación y su gran terraza, desde dónde puedes sentarte a tomar un té tranquílamente y contemplar la vida de la plaza desde las alturas. Curiosamante, las habitaciones baratas y para no escrupulosos, son interiores, por lo que no sufriremos el ajetreo mientras dormimos.

Una peculiaridad que tiene esta plaza, es la transformación que va teniendo conforme va pasando el día. Por el día es el turno de los encantadores de serpientes, los dentistas exponiendo dientes y dentaduras extraídas, puestos de especias y personajes peculiares; por la noche desaparecen los puestos de la mañana y se llena de puestos de comida dónde poder cenar, puestos de zumos de naranja y también más personajes peculiares.

La comida de los puestos no está mal y es económica. Lo mejor es sentarte en uno de ellos y vivir el momento. Todos sirven prácticamente lo mismo, así que para elegir uno… aquel dónde con más gracia te reclamen.

Cerca de la plaza, está el Zoco, que visitaremos mañana por la mañana y aprovecharemos para hacer algunas compritas. Pero no nos vamos a ir a dormir sin tomar contacto.

Y después de dar una vueltecita por el centro de Marrakech, terminamos nuestro intenso día tomando un té en la terracita del hotel. Por lo que nos cuesta la habitación, creo que las vistas son regaladas…

Y con esta imagen, recordando los olores y sonidos de Marrakech, me voy a preparar un poco de cous cous.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *