The hostel

Ayer llegué al aeropuerto casi a las 14.00 hora local de San Francisco, haciendo escala en Phoenix.

Estando en Boise, descarté la posibilidad de alquilar coche. Me quedé con las ganas de hacerlo, ya que habría aprovechado para hacerme unas bajaditas en Sun Valley, pero finalmente decidí dejarlo para mejor ocasión, ya que eso me haría «perder» 2-3 días. Además la devolución del vehículo en otro estado tiene una penalización de 300$.

La facilidad de conexión a internet gratis en USA es increíble. Algo impensable en España, donde, por ejemplo, en el aeropuerto de Barajas tienes que pagar por conectarte. Aquí localizas una red, normalmente de AT&T, y te conectas. En los hoteles, restaurantes, bares, tiendas de ropa, etc. ocurre lo mismo.

El caso es que invertí casí un par de horas para encontrar algo más o menos decente y económico donde dormir. Sinceramente, cuando el viaje es de placer, prefiero hacerlo en este tipo de sitios que me parecen más interesantes que un hotel de mayor categoría. Bueno, quizá en esto también tenga que ver que la economía no está para muchos trotes, que diría mi madre.

Localicé un par de hostels en el downtown. El precio en estos sitios varía si escoges una habitación compartida, unos 25 $, o una private room, entre 80-100 $.
Del primero me fui, me parecía exagerado y suponía que podría encontrar un hotel por ese precio. De la habitación comartida mejor no hablo. Un par de llamadas y a la vuelta de la esquina encontré el Super8, aunque previamente había llamado a un taxi. El pobre, cuando le dije la dirección se quedó un poco asombrado: «No necesitas un taxi, estás a un par de manzanas de aquí», todo con mucha amabilidad y sin malas caras. Evidentemente no es el Hilton, pero me hace el apaño y he dormido como un angel. Ya iba siendo hora.

Tras una duchita salí a dar una vuelta, aunque estaba reventado. Ha sido una semana, como ya había comentado, intensa y cansada. La última noche dormí tres horas, ya que el vuelo era a las 7.00 h. y había que madrugar.
Mi idea era ir a algún club para escuchar un poquito de música en vivo en la Haight St. o en «The Fillmore». Sitios que me recomendó Hans, un americano que vive en San Francisco y que cononcí en el vuelo Madrid-Philadelphia, pero no llegué a ir. Entre el cansancio y el frío, preferí dar una vuelta por «el barrio».

Bajé hasta Market St. por un par de calles con «mucha vida». Entre homeless, yonkies y camellos la cosa se puso divertida.
Lo cierto es que ver a tanto negro (término que uso sin fin despectivo alguno) en la oscuridad de la noche entre los viejos edificios de «Sanfran» y la combinación de olores a hamburguesa y comida oriental, hace que te recorra por las espalda un hilillo que a mí, personalmente, me encanta. Es como un subidón de adrenalina. Saber que estoy aquí sólo, rodeado de gente ofreciéndome crack y no sé que cosas más, porque a algunos no hay quien los entienda, muestra lo que sigue siendo la realidad de las calles de las grandes ciudades de USA. Me recordaba determinados suburbios de Madrid hace 20 años, pero a lo bestia y en «monocromo».

Terminé cenando en el Little Saigon en un restaurante Indonesio.

Bun Chan Hanoi

Hoy veremos como se plantea la cosa. Día nublado y fresco. Intentare recorrer la ciudad, patearla, vivirla.
Mañana quizá sea la ocasión de visitar Alcatraz, veremos si es así o cambio los planes.

See you!

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Una respuesta en “The hostel

  1. No eres un poco mayorcito para ir a la school?
    Bueno, bueno, a ver qué te depara el día de hoy, espero que se abra y salga un poco el solecito.
    Despierta San Francisco!

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